Vivir del mar significa habitarlo conforme transcurren las aguas en todas sus formas y manifestaciones.

No intentemos inscribirlas en un reloj porque la marea, la lluvia y el agua no obedecen a este.

Así se tejen relaciones únicas entre pescadores, piangüeras y piangüeros con su alrededor, en oficios heredados que construyen sabiduría, conocimientos y

formas de vida propios, únicos en el territorio.

Son oficios muy arriesgados, que implican enorme esfuerzo físico y mental, pero que siempre se realizan con corazón,

con alegría, con un sentir por lo colectivo y con la dignidad de quien conoce la potencia de su actividad en la vida y la cultura gastronómica del país.

Sólo quien sale a pescar y a conchar, navega por la vida con el saber de sus ancestros y sus más profundas creencias.

“Este oficio no se aprende, se nace con él.” Desde el vientre los bebés escuchan el agua, las palabras que hablan de ella, viajan en canoa y acompañan las labores de captura. En la niñez, pronto acompañan el oficio y lo realizan con autonomía de manera tan orgánica como incorporar las palabras y lenguajes o el gusto por la comida del mar. Las nuevas generaciones llevan consigo el futuro de los oficios y portan el encuentro entre los nuevos conocimientos y los ancestrales.

Paso a paso tejemos nuevas relaciones, conectados, somos más capaces de crear y de enfrentar las adversidades.

En 2022 soñamos una marca que expresa algunos valores de nuestro Tumaco, elaboramos productos con valor agregado y co-diseñamos las etiquetas.

He aquí nuestra sazón, nuestro saber y nuestra creatividad.

Los conocimientos culinarios ancestrales de la mejor gastronomía del Pacífico dialogaron con los conocimientos académicos para lograr productos deliciosos, de alto valor y bien diseñados.